Hacia la portería contraria

Restan pocas horas para que, en un estadio cuyo nombre es símbolo de la desbordada mercantilización del deporte actual, se dispute la más antigua de las dos grandes competiciones del fútbol patrio. La mitad de nuestros paisanos tienen puestas hoy sus ilusiones en ello y decenas de miles de nuestros vecinos se han desplazado a la capital de España para acompañar al equipo de sus colores. Enfrente, otras decenas de miles se preparan para someter a público escarnio, un año más, al himno nacional de nuestro país y a la persona que encarna la jefatura del Estado.
En Líber no compartimos el desdén que hacia el fútbol sienten algunas almas elevadas. Por el contrario, consideramos que el deporte rey es, más allá de un juego admirable, un elemento fundamental en la cultura de la Europa contemporánea y a él rendimos homenaje, en una jornada como esta, con unos versos de Henry de Montherlant, correspondientes a su obra Las Olímpicas:
“Magnífica resulta la dura gravedad de este joven rostro, que jamás haya podido verse, si no es mostrando una sonrisa.
Corre, le pisan los talones, hay en él algo de inmóvil.
Sus ojos bajan hacia el balón, cual si de una página de Virgilio se tratase.
Sobre su pecho, al descubierto, veo brillar sus medallas de oro. ¡Ángel de la guarda, inspirad su juego!”


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